IMÁGENES DE DIOS
Quizás alguna vez te has puesto a pensar (o tal vez no) si la imagen que tienes acerca de Dios es la correcta. Cómo saber que conoces la...
"Quisiera tan solo intentar vivir aquello que brota espontáneamente de mí..."
"Si tomare las alas del alba, y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra."
Salmos 139:9-10
Estas fueron las palabras del rey David en el Salmo 139, como un reconocimiento de la omnipresencia y omnisciencia de Dios.
Es curioso ver como nuestra naturaleza reacciona ante el suceso de encontrarnos completamente "desnudos" y vulnerables ante la presencia de alguien que constantemente examina nuestro andar, y nuestros pensamientos. Nuestra reacción natural es el querer escondernos. ¿No se les hace familiar esta reacción, cuando Adan y Eva pecaron?
Sabemos que es Dios nuestro Creador, y por lo tanto él conoce de antemano todo el funcionamiento de nuestro ser, es decir, nuestra personalidad, nuestros deseos, nuestros pensamientos, e incluso, las intenciones ocultas de nuestro corazón, la pregunta nos lleva más allá ¿Por qué tendríamos que escondernos de él?
A donde quiera que vayas, Dios permanece allí, esperando que puedas permitirle el guiar tu corazón por el sendero que a él le parezca más conveniente para ti: SU MANO TE GUÍA Y SU DIESTRA TE SOSTIENE.
NO HUYAS DE SU PRESENCIA.
Somos parte de una historia más amplia.
A lo largo de su vida, Jesús nos muestra qué es una misión y cómo es que debemos prepararnos a través del camino para llegar a cumplir nuestro propósito. ¿Cuán arraigado consideras que estás en la historia de la creación de Dios? ¿Cómo crees que podrías echar raíces más profundas?
Fuimos creados para existir en una relación con Dios, vivir en armonía junto a él, con los demás, con la creación y con nosotros mismos, sin embargo, todas estas relaciones se rompieron con la caída del hombre. Dios comenzó a arreglar las cosas al establecer las relaciones, al hacer pacto con las personas y al hacer promesas, pero aún así le seguíamos fallando. El propósito de Dios culmina en la vida, la muerte y la resurrección de Jesús al redimirnos y restituirnos. Ahora, cuando respondemos al ofrecimiento de salvación que Jesús nos hace, nos volvemos parte del cuerpo de Cristo, es decir: LA IGLESIA.
Por otro lado, el Espíritu Santo nos ayuda para tener una relación con Dios y nos capacita para participar en el propósito de Dios. Tu función es continuar con la misión de mostrarle a las personas el amor de Dios y hacerles saber que es posible tener una relación con él a través de tu propia vida. Cada uno de nosotros recibimos diferentes dones y talentos para poder llevar a cabo esa misión. ¿Quisieras descubrir cómo empezar a dar el siguiente paso?...